Lo que determina nuestra vida no es lo que nos pasa sino lo que hacemos con lo que sucede (El Elemento. Ken Robinson)

Interesante entrevista realizada por Steven Wozniak a Tony Wagner, Director del Laboratorio de Innovación (Harvard Innovation Lab) de la universidad de Harvard. Wagner es consejero de numerosas instituciones educativas y organismos públicos.
En este vídeo entrevista sobre la pregunta compromiso de ¿Qué educación necesitan nuestros hijos para afrontar el futuro? realizado por One. Resumiendo: se requiere de un cambio de la educación y poder desarrollar unas competencias claves para que sea una educación efectiva, y para poder vivir en este mundo complejo.
Portada de Creating Innovators

Para que la sociedad funcione necesitamos todo tipo de disciplinas y habilidades; ¿Cuáles crees que serán las [habilidades] más importantes para que las aprendan nuestros hijos en el futuro?

Las habilidades necesarias para trabajar, aprender y ser ciudadano del siglo XXI se han unificado: son las mismas habilidades. Verás, hay gente que hace largas listas, pero yo creo que al final se reduce a un par de cosas (lo que se llama las 3 Cs: crítico, colaboración y creación):

  • un estudiante debe aprender a pensar de manera crítica. Esto significa, según mis investigaciones, que los estudiantes deben saber hacer muy buenas preguntas. Hoy en día, saber hacer buenas preguntas es mucho más importante que memorizar respuestas fáciles.
  • La segunda habilidad necesaria es la capacidad de colaborar. Cada vez más, todo el trabajo se realiza de forma colaborativa.
  • La tercera es tener buenas habilidades comunicativas, tanto orales como escritas, y también para escuchar.
  • Por último, deben resolver problemas de forma creativa. Descubrí con mi investigación que hay dos tipos de innovaciones: las que crean nuevas posibilidades, y eso es cuestión de juntar tiempo y talento, como Steve Jobs; y las innovaciones que son el resultado de soluciones creativas a problemas. He descubierto que solucionar problemas de forma creativa es cada vez más clave. Es la habilidad más demandada. Esas son las cuatro habilidades importantes, pero además, creo que hay un par de disposiciones importantes: los hábitos de la mente, los del corazón también, la capacidad de ser empático (creo que es muy importante en el mundo actual, esencial para el buen trabajo en equipo), perseverancia, tenacidad, autodisciplina, por supuesto, pero también es necesaria una fuerte visión moral de la vida, una noción de lo que está inherentemente bien o mal. Creo que estas son las cualidades y habilidades más demandadas en el mundo laboral, y son las mismas que se necesitan para el aprendizaje y como ciudadano.

El rol del profesor

El papel del profesor tiene que cambiar. Ya no es lo que enseñamos ni cómo lo enseñamos, es quién somos en el aula. Hasta ahora, los profesores trabajaban en un contexto de escasez de conocimiento. Pero hoy ya no es así. El conocimiento es un producto, es gratis, está en cualquier dispositivo con acceso a Internet. No hacen falta un colegio ni un profesor para adquirir conocimientos. ¿Qué es entonces un profesor en el siglo veintiuno? Yo defiendo que un buen profesor es un instructor de resultados: instruye a los alumnos para alcanzar sus mejores resultados.

Un buen profesor entiende el mundo del que vienen los alumnos y el mundo para el que debe prepararlos. Instruye constantemente al alumno para lograr estándares mayores. A mí me gustaría que todos los colegios tuvieran un fondo de innovación accesible para equipos de profesores que quieran probar cosas nuevas. Pero ¿cuánto presupuesto de I+D hay para nuestros colegios? Es broma, no hay presupuesto.

Cuando investigué a algunos innovadores jóvenes, descubrí que tanto sus padres como sus profesores habían animado de manera explícita su motivación intrínseca y su potencial con tres cosas: juego, pasión y propósito. Nacemos siendo curiosos, creativos e imaginativos. Es el ADN humano. Un niño de cuatro años hace una media de cien preguntas al día y casi cualquier niño de párvulos se considera a sí mismo un artista. Pero luego sucede algo. Algo a lo que llamamos “colegio”. Porque los niños, cuando tienen diez, once o doce, dejan de hacer preguntas y empiezan a preocuparse por acertar las respuestas del examen. Y casi ninguno se considera a sí mismo un artista (Es el discurso que se ha planteado constantemente y que una serie de autores han mostrado más detalladamente: Ken Robinson, también Cobo y Moravec en “El aprendizaje invisible”)

Si entendemos que para el mundo es más importante lo que puedes hacer que lo que simplemente sabes y que nos estamos alejando de la falsa credencial (títulos y acreditaciones falsas y alejadas de lo que verdaderamente se necesita en este siglo XXI) que es el tiempo que hemos pasado sentados en clases para aproximarnos a las competencias reales que se exigen en el siglo veintiuno, ¿cómo van a saber las empresas y universidades qué talentos tienen los estudiantes? La mejor forma para ello es ver el trabajo del estudiante (lo que llamamos la evidencia de lo que hace y práctica), así que cada vez más, se ve una tendencia hacia los porfolios digitales, hay muchas plataformas para ello. De hecho, cada vez más empresas dicen: “Quiero ver una muestra de tu trabajo, quiero ver lo que puedes hacer. No me digas lo que has hecho, enséñamelo”.

A los padres de hoy en día los veo muy intranquilos. Ven un mundo mucho más competitivo que el que ellos vivieron. Así que es normal que quieran entrenar a sus hijos para ser niños perfectos, que vayan al colegio perfecto y luego a la universidad perfecta y al trabajo perfecto. ¿Cómo? Eso no funciona. Ir a una universidad de prestigio ya no es una ventaja competitiva como lo era antes. Como he dicho: el mundo quiere saber qué puedes hacer con lo que sabes, no dónde estudiaste (por eso la importancia de crear disparadores para que esto ocurra y no basta con tener los centros educativos, por eso debemos crear centros para la acción y la innovación, (co)laboratorios vivientes (Living Labs), crowdsourcing, diseños coparticipatorios, investigación ciudadana, etc.)

Entonces, ¿qué pueden hacer los padres? Creo que una de las cosas más importantes que pueden hacer es motivar a los jóvenes para que encuentren inquietudes reales y las persigan. Inquietudes que puedan convertirse en pasiones.
Se habla mucho de la determinación, la tenacidad, la perseverancia, la autodisciplina, pero ¿cómo se aprenden estas cosas? No será teniendo a una madre encima, gritando: “¡Vete a hacer los deberes!”. No. Uno aprende perseverancia persiguiendo inquietudes reales, inquietudes que se convierten en pasiones (Ver El Elemento de Kevin Robinson). Un joven que persigue un interés real, el cual puede convertirse en pasión y luego en objetivo, está creando su propio mundo.

Hacer lo que nos gusta nos llena de energía y nos lleva de vitalidad. Se trata no sólo de una energía física, sino mental (El elemento de Ken Robinson).

Portada del libro El Elemento
Puede que no sea el que sus padres siempre quisieron para él, puede que no sea un mundo de fama y fortuna, pero será su mundo. Hay que reinventar la educación para la era de la innovación. Hay que reinventar la educación para el trabajo, el aprendizaje y la ciudadanía. Tenemos potencial e increíbles oportunidades para crear: nos enfrentamos como especie a este enorme desafío y tenemos que comprometernos todos. Esto [el fracaso de la educación y de la manera de conducirla] no es culpa de nadie. No es culpa de los educadores, ni de los líderes. Todos debemos entender la necesidad de una educación diferente y vamos a tener que unirnos y crearla juntos.

Resumiendo en un diagrama de Venn y en una imagen con las siete habilidades para el siglo XXI según Tony Wagner:

Diagrama de Venn de la Creatividad

Las 7 habilidades de T. Wagner

Vídeo de la entrevista:

Otro en el Global Education Forum:

About the author

Fernando Santamaría González Soy un investigador y formador en espacios online. Trabajando e investigando en temas de aprendizaje emergente.