La guerra red es algo todavía no muy bien definido pero demuestra que la muerte de Bin Laden es el signo de una guerra en una sociedad red llena de simbolismos e identidades que hacen posible estas estrategias identitarias y no instrumentales.
En todo esto de las teorías de la netwar hay uno vital para entenderlo es el swarming y que David de Ugarte y su Sociedad de las Indias Electrónicas es paradigmático, ya que escriben de este concepto en la netwar a través del documento «Swarming and the Future of Conflict» (2000):

En este mundo reticular, con una multiplicidad de agentes que actúan autónomamente, usando las redes para coordinarse, el conflicto es «multicanal», se da simultáneamente en muchos frentes, emergiendo del aparente caos un «orden espontáneo» (el «swarming») que resulta letal para los viejos elefantes organizativos (Nota: como ha pasado en las revueltas del norte de Africa)

Esta coordinación no requiere en la mayoría de los casos ni siquiera una dirección consciente o una dirección centralizada. Al contrario, como señalaba el propio profesor Arquilla: la identidad de red, «la doctrina común es tan importante como la tecnología». La guerra en la sociedad red, la netwar, es una guerra de corso, en la que pequeñas unidades «ya saben lo que tienen que hacer» y saben que tienen que comunicarse entre si no para preparar la acción sino sólo a consecuencia de ella. La definición de los sujetos en conflicto, lo implícito, es más importante en este tipo de enfrentamiento que lo explícito (los planes o estrategias de combate).

Durante estos años han ido aprendiendo los Estados participantes de estas netwar, la más clarividente la lucha de occidente y EE.UU a la cabeza por la antiorganización de Al Qaeda que se ha hablado tanto de lo que es y se han dicho tantos apelativos e incluso que esta organización no existe, al no ser definible se escurre esa manera de operar tan escurridiza ante las estructuras de red de este tipo de guerras (la red cadena, la red estrella y la red malla). La estructura organizativa de Al Qaeda basada en células de militantes y redes de contactos clandestinos, muy parecida al modus operandi de los cárteles de narcotraficantes, le ha dado una muy amplia movilidad de acción y una gran dificultad para desarticularla.

Podemos llamarles redes cédula, donde cada cédula no sabe de la otra cédula, son como nodos desconectados. Estrategias identitarias de Al Qaeda que son estratégicamente complejas de interceder.
A parte de redes cédula existe una definición más estable. Se trata de entenderla como una filigrana compleja de netocracia (Al Qaida como netocracia de David de Ugarte):

Es claro que Al Qaida es una parte de la netocracia islamista, la élite de prestigio de una red amplísima tanto geográfica como socialmente que no se articula como una pirámide de mando, sino sobre una enredadera de agendas, contactos y complicidades. Como en cualquier red, el verdadero capital no es otro que la confianza derivada y surgida de la identidad. El islamismo radical contemporáneo es -parafraseando la definición de la red académica que hacía Juan Urrutia- la suma de biografías y conversación.

Dentro de esa red, Al Qaida, la organización formal, es un grupo pequeño, una minoría propositoria cuyo objetivo es influir en los miembros y a través de ellos en el mundo. Alrededor de este núcleo se articulan una agenda de contactos con otros líderes de la red amplia y, con el tiempo, una telaraña más o menos amplia de activistas y simpatizantes en cuya identidad las tesis del núcleo han hecho mella. Gente que sigue los textos y amplifica los mensajes nacidos del nodo teórico, a la que se puede convocar y que suele participar en las acciones concretas que el núcleo propone a la red general. La arquitectura de cualquier netocracia en cualquier campo y a cualquier escala, como escribe Burk:

Esta división tripartita en un «núcleo», una red de redes y un movimiento más amplio de simpatizantes militantes con objetivos más o menos coincidentes, se repite una y otra vez, en los ámbitos nacional, regional internacional, cuando examinamos la posición de Bin Laden en el movimiento más amplio de la militancia islámica moderna.

Revisando algunos artículo y papeles me encontré con artículo de prensa tras los atentados del 11M (2004). Se trata de «La guerra en red de Al Qaeda«[encontré versión en pdf] de Roman Gubern y publicado un 13 de marzo de 2004. Uno de mis grandes autores de lectura en medios y cine, en este repasa las características de esta no-organización:

Espero que nadie se escandalice si establezco un parangón entre esta estructura en red y la estructura comunicativa de Internet, con sus nodos de conexión, su capilaridad y su capacidad expansiva de carácter exponencial. De hecho, Al Qaeda, que significa en árabe la base, parece una réplica organizativa de tipo medieval a la modernidad estructural del ciberespacio global. Su globalidad no pasa por una red de fibra óptica, sino por los contactos fugaces y capilares en Salou, Hamburgo o Miami. Se trata de una estructura propia de la sociedad de la movilidad, que tanto ha glosado Virilio y que desmiente a Negroponte, cuando nos asegura con ingenuo tecnocentrismo que la movilidad de los bits ha reemplazado hoy definitivamente a la movilidad de las moléculas. En este modelo, la tradicional guerra de frentes ha sido sustituida por la guerra multipolar, por la intervención local sorpresiva, por la incursión invisible, por el salto instantáneo sobre objetivos juzgados como enemigos […] La guerra en red también es un eco de la deslocalización tan de moda en el mundo moderno de los negocios. En realidad, en esta era de la globalización, su territorio es necesariamente el territorio deslocalizado de sus objetivos móviles, dispersos y oportunistas. Al ciberespacio virtual han opuesto una actualización de la alfombra persa voladora, que hoy está aquí y mañana está allí, atravesando fronteras de modo opaco e invisible.

Esta dualidad de visiones y estrategias hace que el mundo occidental sea torpe en la lucha en red y distribuida. La muerte de Bin Laden ha sido un acto de guerra swarming, relámpago y sorpresiva. Y que la torpeza inicial ha ido virándose a la lucha por medio de redes y no poniendo control, represalias, desinformación y demás formas de frontalidad contra el «enemigo».
Nota: Cuando hablo de no-organización es por qué cuando surgió no se parecía, exceptuando otras no-organizaciones de Asia y del mismo Islam, a nada de lo que conociamos hasta esos momentos y tenias formas de movilidad complejas y no tenían un sitio concreto para operar. Algunos de los conceptos de rizomática (F. Guatari y G. Deleuze) están imbuidos en la propias formas ageográficas de Al Qaeda.

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Fernando Santamaría González Soy un investigador y formador en espacios online. Trabajando e investigando en temas de aprendizaje emergente.