Gracias a mi admirado Cristóbal Cobo descubro en un post suyo un artículo de Manuel Castells publicado en La Vanguardia y que no tiene desperdicio aunque levante ampollas. El artículo acaba diciendo sobre el desfase educativo y sobre la economía viciosa en la que estamos inmersos:
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Y en ese mundo de libertad, interviene el factor en mi opinión decisivo del abandono escolar: el desfase cultural y tecnológico entre los jóvenes de hoy y un sistema escolar que no ha evolucionado con la sociedad y con el entorno digital. Jóvenes que acceden a toda la información por internet, que construyen sus redes autónomas en torno a los móviles, que chatean y navegan, que se forman jugando y se informan comunicando, simplemente no soportan la disciplina arbitraria de unas clases anticuadas con enseñantes desbordados a quienes nadie les prepara para la nueva pedagogía. Y no es que sean reacios a internet. El
estudio de la UOC sobre las escuelas de Catalunya muestra un alto nivel de uso de internet por parte de los enseñantes. Ensu casa. Pero en la escuela, aunque hay conexión a internet en todas, no está integrado en el currículo ni en la organización de la enseñanza. La idea de que una joven de hoy se cargue una mochila de libros de texto aburridos definidos por burócratas ministeriales y se encierre en un aula a soportar un discurso irrelevante en su perspectiva y que todo esto lo aguante en nombre del futuro es simplemente absurda.
Y eso que los datos demuestran que cuanta más educación mejor trabajo se consigue y más dinero se gana. Pero eso es a largo plazo. A corto plazo abundan los empleos subcualificados y subpagados en una economía como la nuestra de baja productividad y escaso conocimiento, en una inversión del pelotazo y en un mercado especulativo basado en el turismo y la construcción.
De modo que el desfase entre los jóvenes y la escuela se mezcla con la adecuación de una cultura de la urgencia y de la autonomía a un mercado de trabajo en el que abundan las tareas de bajo nivel. Se genera una espiral en la que los jóvenes se dan cuenta de su error demasiado tarde y el país se convierte en una economía de servicios dependiente de vender a otros nuestra calidad de vida y, en ese comercio, destruirla.
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