En relación con la legalidad de enlazar el pesimismo ataca y no es para menos. Noticias recientes como la Informativos Telecinco en la que nos cuentan de la operación policial en contra de la ilegalidad de la descarga y de difundir enlaces, abren una ola de pesimismo en la lucha contra los que parecen tener intereses en negar la difusión de la cultura. Este pesimismo se pone de manifiesto en La guerra perdida de A. Estalella, Ocho batallas perdidas, o casi de R. Galli, Fin de Ciclo de C. Sánchez Almeida en Kriptopolis.
Vemos que por ahí no van las cosas, constriñendo y confundiendo a los cuidadanos, haciéndoles comulgar con que eso es «piratería», sin entender el espíritu de Internet y de los enlaces. Se puede tener otra visión del tema como por ejemplo, E. Dans, en El ratón Mickey se espabila, en donde se explica como ciertas empresas se suman al progreso difundiendo sus productos “sin que tengan que crear un miserable impuesto en forma de sopa boba para que sigas viviendo sin innovar”.
Fernando, no entiendo lo que quieres decir con eso de que:
«por ahí no van las cosas, constriñendo y confundiendo a los cuidadanos, haciéndoles comulgar con que eso es “piratería”, sin entender el espíritu de Internet y de los enlaces».
Si lo que insinúas es que quienes mostramos esa visión pesimista estamos equivocando a la gente, discrepo contigo.
En la guerra por el copyright cada batalla peleada en los últimos años resulta ser una batalla perdida: (i) la extensión de los DRM (como muestra el éxito de atunes, modelo de lo que ha de venir), (ii) la aprobación de la nueva LPI en España, haciéndola más restrictiva, al igual que en otros países europeos (Francia, Alemania, Suecia, etc.), (iii) la limitación aún mayor de las posibilidades de hacer copias privadas, (iv) la extensión del canon por copia privada a nuevos soportes (los reproductores MP3), (v) la toma de posición clara de la administración española a favor de los postulados de las entidades de gestión con sucesiva campañas publicitarias en cine, tv, vallas publicitarias, (vi) la persecución policial del intercambio de archivos… y podría seguir desgranando sucesivas victorias de aquellos que defienden la extensión del copryright, frente a esto, las victorias de quienes buscan la flexibilización de las LPI son pírricas, efímeras o inexistentes.
Por el contrario, creo que contraponer argumentos como los que das más arriba con el ejemplo que citas de la ABC es tremendamente dañino. Lo que la ABC piensa hacer es trasladar el mismo modelo de negocio de las televisiones a Internet: te dejo que mires gratis mi serie si tragas con la publicidad. Los contenidos llegarán en streaming (según el Wall Street Journal, aunque en BusinessWeek hablan de descarga parece más fiable lo del streaming), es verdad que esta iniciativa de la ABC (que es un ensayo por dos meses) representa un cambio con los modelos pago por descarga mayoritarios hasta el momento, pero esa no es la lucha en la que estamos ni la que importa.
Frente a quienes insisten en desgañitarse por conseguir contenidos gratuitos, el problema principal de nuestra época es la limitación en el uso de la cultura, no las limitaciones en el acceso. El uso significa que puedas mover una canción que has comprado en Internet de tu PC a tu reproductor digital portátil (algo cada vez más limitado mediante los DRM), que puedas remezclarla, que puedas copiar secciones de un libro digital (algo que la mayor parte de lso libros electrónicos no permite)… nadie pide por esos derechos, que son los que realmente hacen que una cultura sea libre, los que permiten la remezcla, las nuevas formas de creación… esos son los derechos que desaparecen lentamente gracias a los DRM (que son algo más que sistemas anticopias) y a las nuevas leyes de Propiedad Intelectual que se aprueban protegiéndolos. El tipo de derechos que a nadie parecen importar.