Me impresionó tu post, Juan. Especialmente “Escribir duele cuando el cerebro es lento y el equilibrio todavía no existe […]. Difícil salir y volver a pensar el mundo como era antes de la gran noche oscura del alma y los sentidos”. Pense en tu ausencia en estos 15 o 20 días, luego pense incluso en algo fatídico. Y me dolió. Después pensé en tu desaparición de la blogosfera. Y me dolió. Juan Valera: aprendí mucho de ti, me has ayudado a comprender Periodismo 3.0, he disfrutado con tus posts.
Por lo que leo en tu artículo, lo peor ya pasó. Ahora resiste un poco más el aburrimiento, en el descoloque y… ¿la angustia? Te queremos. Y te queremos en forma. La prueba es la cantidad de comentarios.
¡Ah! No puedo resistir decirte: tu artículo es una mezcla de poesía y guión cinematográfico. Lleno de dolor, ya sé. Pero estupendo.
Salud, compañero (nunca mejor dicho).
La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras. François de la Rochefoucauld.
Aplaudo tu homenaje a Juan Valera. Se lo merece. Y también tu mereces el aplauso. Bien por los dos.