Llevo dándole vueltas a la idea de aprendizaje y formación que irá más allá de lo abierto, interactivo-social y lo global (glocalizado), siendo de un tipo de interacción más compleja y sensitiva a los cambios y movimientos del actor que se encuentra en el entorno de aprendizaje ambiental (muchos de estas elucubraciones futuras parten del aprendizaje ambiental (ambient learning, otro paper y otro más) junto con el concepto de la visualización de la información de carácter ambiental.

Se trata del aula de la vida de cada persona, sin los constreñimientos de una institución educativa para aprender.

Me gustaría poder asistir a congresos como el de «Horizon 2020: Smart Cities Learning»  o en el «SciLearn 2012: Learning within and from Smart Cities«, y que tiene relación con las formas por venir de aprendizaje en el mismo proceso de la vida y es donde habría que plantear las auto-instrucciones y algoritmos para el mismo aprendizaje mientras se camina por la trayectoria vital. Esto es, lo que desarrollé en el TEDxLeón con «Eduvida: una nueva educación«, rompiendo con el concepto de espacio para el aprendizaje, con el concepto de profesor/tutor y con la concepción que tenemos ahora de educación como esfuerzo y trabajo para conseguir algo (eso si habrá negocio por todos los intersticios (o esquinas) de esa ciudad inteligente, o lo que es lo mismo abierto, pero pasando por caja.

En estos congresos que comento más arriba describen que vamos viendo que las ciudades están evolucionando hacia una nueva dimensión en la que la infraestructura de información se convierte en un activo indispensable para nuestras vidas y que contribuye al desarrollo de tecno-ecosistemas que abarcan la «movilidad inteligente y la logística de último tramo», como puede ser en  la salud inteligente, en los procesos autocuantificados para la automejora, de la administración inteligente (eso esperamos), de aspectos de la cultura y el turismo inteligente, de la sostenibilidad de los recursos naturales y la economía verde. Tal esfuerzo integrador de info-urbanismo se espera que produzca un nuevo filón de innovación social e, inevitablemente, conduzca a preguntarse acerca de qué formas puede adoptar la educación inteligente y autopersonal (uno será el garante de su propia trayectoria educativa y de sus propios recursos sin asistir a universidades ni escuelas como lo entendemos hoy. Donde estar en centros educativos no será lo más efectivo para el aprendizaje, subrayado que todas las piezas que componen el mosaico de los ecosistemas de información será mucho más complejo en capas de actuación e interacción con los objetos y el medio ambiente.
La infraestructura híbrida, sobre todo para dispositivos móviles, se integrarán más estrechamente con el paisaje físico (es lo que llamamos la visualización ambiental y su relación con la arquitectura como en este paper de Carlos Ramos y el concepto de movilidad para el aprendizaje como si se tratara de una geografía imaginaria, una clase glocalizada y por capas) con el Internet de las Cosas y los mismos lugares físicos a la vez. La incorporación de éste (internet de las cosas, sensores interconectados e inteligentes en el procesamiento de los datos más lo físico)  en un ecosistema complejo que llevará adelante las oportunidades para aprender de la misma vida cotidiana.

El aprendizaje como autocreación orgánica, como si se tratará de una edupoiesis (término que relaciona educación y autopoiesis).
Las tecnologías están en todas las partes y en ningún lado (procesos de fuga e invisibilización), se encuentran en los mismos objetos físicos y cotidianos. Esto hará que los lugares no sólo sean más sensibles (más pervasivos), pero también sensible y, potencialmente coevolutivos (Hay un término que han desarrollado sobre tales aspectos, se trata del TEP – Technologies Enhaced Places, Tecnología que mejora
lugares). Esto dará lugar a nuevos paisajes en los que uno puede experimentar, sin costura, la integración de lo físico y lo virtual.
La persona, considerada en toda su complejidad, se colocará en el centro del contexto y escenarios educativos cada vez más ubicuos (dentro de los parámetros de la computación ubícua), complejos y de carácter orgánicos (edupoiésis). Escenarios donde el papel mediador de la tecnología se ampliará con el tiempo para fomentar las relaciones con los entornos naturales, para filtrar el contenido necesario y para apoyar experiencias significativas a nivel glocal. También es factible revelar información necesaria para aprender a manejarse en el aprendizaje «en acción», para una complejidad estática y, a la vez, con la capa dinámica de los contextos de aprendizaje y procesos (visibles en tiempo real en todo momento).
De paso se hace una serie de prenguntas inquietantes y expasivas:
¿Cómo vamos a aprender de los libros abiertos que están representados por las ciudades y sus calles, sobre arte, parques, agro-industrial y tecnología, y en distritos productivos, como clusters tecnológicos?
¿De qué manera los datos provenientes de las áreas sensorizadas y de los dispositivos personales serán elaborados para apoyar la conciencia y el aprendizaje continuo?
¿Cómo va a ser nuestro comportamiento influenciado por el conocimiento de los mecanismos de co-evolución y los límites que tienen los propios ecosistemas?
¿La infraestructura educativa será lo suficientemente inteligente como para reajustarse de manera autopoiética, para satisfacer las necesidades que cada individuo aprendiente pueda desarrollar a lo largo de la vida en diferentes contextos híbridos?
¿Qué ciudades inteligentes de aprendizaje ayudarán a reforzar la inclusión social y el sentido común de pertenencia y el procomún de esas ciudades futuras?

Nos quedamos pensando….