Leemos en El Pais de ayer, martes:

[…] la principal herramienta de los soldados estadounidenses en la lucha contra la insurgencia en Irak o Afganistán es un traductor personal sonoro, que les permite advertir a los civiles de lo que están haciendo durante un registro, o preguntarles si han visto actividades sospechosas, en su propio idioma.
[…]Uno de ellos es ‘Phraselator’, otro ‘gadget’ más de las decenas de ellos que están haciendo aparición con el conflicto en Irak, y a juzgar por las apariencias no es demasiado manejable. Además, aunque teóricamente reconoce de quien lo usa, suele manejarse con un lápiz óptico. Así que, mientras el soldado busca la frase que quiere decir de entre un largo listado, debe tener la vista puesta en la pantalla y fuera de posibles amenazas.

Quizá por eso ya estén en desarrollo alternativas, como la de un set de cascos y micrófono que traduce directamente las palabras que pronuncie su portador, con el poco original nombre de Voice Response Translator (traductor en respuesta de la voz). Si creemos la publicidad de sus fabricantes, ambos dispositivos cosechan las alabanzas de los mandos militares que los están usando en acción de combate.

Sólo quiero hacerme eco de la noticia, porque el artículo citado lo resume todo. Si está visto… “el que hace la ley, aun sin quererlo, parece que hace la trampa”. Una herramienta, que tal vez haya nacido para la guerra, podrá ayudarnos a entender en esta Torre de Babel de lenguas y lenguajes. En otro post escribía sobre los sintetizadores de voz. Parece que se haya dado ya otro paso: en puertas está poder disponer de traductores de forma verbal.

About the author

Fernando Santamaría González Soy un investigador y formador en espacios online. Trabajando e investigando en temas de aprendizaje emergente.