Yoachai Benkler en su último libro “El Pingüino y el Leviatán: por qué la cooperación es nuestra arma más valiosa para mejorar el bienestar de la sociedad” (una reseña del libro) intenta desmoronar la parte egoísta del ser humano con muchos fuentes de investigación. Un libro que se lee de un tirón e intenta ver la importancia de la cooperación en el ser humano para mejorar los procesos empresariales, diseñar una tecnología más inteligente, reformar nuestros sistemas económicos, maximizar las contribuciones voluntarias a la ciencia, reducir los delitos o aumentar la eficacia de los movimientos cívicos, entre otras muchas cuestiones.
En el último capítulo (10) con el título de “Cómo crear un pingüino” pone sobre la mesa una serie de principios diseñados para la cooperación, llamándolas “palancas de diseño” o elementos del sistema humano que son satisfactorios para la cooperación y que se puedne emplear para la motivación de la gente para que trabaje en un sistema que contribuya al trabajo y esfuerzo colectivo y no al interés personal.
Estas palancas constituyen los ingredientes de los sistemas de cooperación prácticos y exitosos según Y. Benkler:
1) La comunicación. El sistema de comunicación es clave entre los participantes. Es claro que cuando las personas hablan entre si, habiendo empatía y confianza el sistema de cooperación marcha mucho mejor que si no se hablan entre ellos.
2) Marco, adecuación y autenticidad.
Debe haber un marco y las personas reaccionan de forma diferente a cómo se enmarca una situación determinada. Si tratas de vender un sistema cooperativo de trabajo y está encubierto una forma agresiva y competitiva las personas se darán cuenta. Es importante que ese marco se adecue a la realidad, ya que si no es así ese tipo de cooperación dura poco. Pensar en ambientes de trabajo muy enrarecidos debido a una serie de circunstancias, entonces habrá una cooperación baja.
3) Mirar más allá de nosotros mismos: empatía y solidaridad.
Las comunicaciones cara a cara para conocerse unos a otros (cuanto más significativo sea el grado de conocimiento, mejor) producen efectos reales y tangibles para la cooperación.
Por razones tanto biológicas como sociales, cuanta más empatía y solidaridad sintamos hacia los demás, más probabilidades hay de que tengamos en cuenta sus intereses. Del mismo modo que sentir empatía o solidaridad con otros individuos hace que estemos más dispuestos a cooperar con ellos, la solidaridad con un grupo nos hace más propensos a sacrificar nuestro propio interés en favor del colectivo.
4) Construir sistemas morales: justicia, moralidad y normas sociales.
Según Y. Benkler, tanto si estás diseñando un modelo de negocio como una página web o una ley, los valores no son algo en lo que pensar a posteriori. La justicia no es un concepto al que se llega tras tomar las decisiones prácticas sobre cómo mejorar la eficacia, la innovación o la productividad: es intrínseca a la cooperación humana eficaz. La justicia nos importa, y cuando creemos que los sistemas en los que habitamos nos tratan con justicia, estamos dispuestos a cooperar más eficazmente. O sea, que los sistemas justos son más productivos. En la justicia no está todo y no se logran sistemas equitativos, por eso nos comenta que se debe recurrir a una motivación intrínseca y para que la haya, las personas que trabajan deben percibir que esa justicia es justa. También es importante la moralidad.
Los valores claramente definidos son también determinantes para una buena cooperación, con simplemente, debatir, explicar y reforzar qué es lo correcto o lo ético en un entorno determinado favorecerá ese tipo de conducta más positiva hacia la cooperación.
Unos párrafos más adelante habla de la transparencia, permitiendo a las personas entrar en un sistema o interacción y ver lo que los otros hacen reafirma las normas sociales y hace que la gente las cumpla. El ocultismo y, a veces, un conocimiento tácito de las esquinas y el cuchicheo no es la mejor forma de crear un clima cooperativo.
5) Recompensas y castigos.
A pesar de que la idea central de este libro sostiene que los seres humanos estamos motivados por mucho más que palos y zanahorias, en ocasiones las recompensas y los castigos, si son administrados de manera correcta, pueden funcionar. El reto es encontrar una forma de motivar a los interesados para que cooperen, sin perder a aquellos movidos por impulsos más sociales e intrínsecos. Ninguna persona que diseñe un sistema humano, de cooperación o de cualquier otra clase, puede permitirse pasar totalmente por alto las motivaciones materiales.
En el mundo empresarial, las sociedades y organizaciones enfocan el tema de las recompensas y los incentivos de modo muy diferente, dependiendo de tipo de organización y de lo sensible que sean las personas a las motivaciones sociales y morales. Diferencias de las organizaciones sin ánimo de lucro de las empresas de Wall Street (donde es una incentivación por la productividad pura y dura).
Con lo cual, para resumir, hay que ver el punto justo de los incentivos para una saludable cooperación.
6) Reputación, transparencia y reciprocidad.
La cooperación depende de la reciprocidad a largo plazo, tanto directa como indirectamente. La reputación es la herramienta más poderosa con la que contamos para hacer frente a esto. Como nos han enseñado los sistemas online como eBay, incluso los sistemas basados en la reputación que son esencialmente anónimos, como los que utilizan «nombres de usuario» que no revelan nada de la personalidad real de una persona, pueden bastar para que la gente se comporte como es debido.
7) Construir en la diversidad.
Hay que construir sistemas de cooperación sobre la diversidad. Mi afirmación fundamental es que tenemos perfiles motivacionales diferentes ante escenarios motivacionales distintos respondemos de maneras diversas. No obstante, nuestras motivaciones también son distintas desde un punto de vista individual; es decir, cada uno de nosotros responde a una serie de impulsos motivacionales que no son fáciles de resumir, y que no siempre tienen el mismo peso en todos los contextos durante todo el tiempo. Dado que diferimos y somos distintos unos de otros, los sistemas que tratan de que realicemos un esfuerzo colectivo o fomentar que nos coordinemos y cooperemos con otros han de ser un tanto flexibles. Han de tener también en cuenta que somos sensibles al coste de la cooperación, si bien nuestro grado de sensibilidad puede variar con el tiempo. Un sistema que depende de un enorme sacrificio personal puede que no sea imposible, pero sí extremadamente dificil de mantener a largo plazo. El destino de los grandes experimentos nacionalistas y comunistas del siglo XX dan sobrado testimonio de este hecho. Sólo podemos esperar que la gente sacrifique su propio interés por el bien colectivo durante un tiempo.
Los sistemas que aprovechan nuestras diferentes motivaciones no sólo son más productivos, sino también más coherentes con la experiencia humana, que los construidos únicamente por personas a las que les importan los resultados materiales y dejan que el resto se solucione por sí solo. Una de las mejores formas de hacer esto es teniendo en cuenta las contribuciones asimétricas (como por ejemplo las que se aportan en la Wikipedia), en otras palabras, permitiendo que algunas personas ceontribuyan mucho y otras relativamente poco. Para que esto funcione, sin embargo, la gente que forma parte del sistema tiene que superar la idea preconcebida de que las contribuciones asimétricas equivalen a un viaje gratis. Indudablemente, hay casos en los que algunas personas hacen casi todo el trabajo y las demás parecen obtener los mismos beneficios. Pero esto no es siempre lo que parece. Si alguien realiza unos esfuerzos enormes en Wikipedia o en un proyecto de desarrollo de software libre es posible que no se le pague más que a los demás. Es el éxito de muchas plataformas de Internet, permitiendo a la gente contribuir sin más, tanto o tan poco como se desee.
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