Las habilidades que más se aprecian hoy en día ni mucho menos se han conseguido en nuestras instituciones educativas, cual si fueran prisiones, año tras año, semana tras semana, clase después de clase, con los estudiantes se ponen en las aulas, bien separados unos de otros para hacer los exámenes, amputados de prótesis de pensamiento tales como los teléfonos móviles y otros gadgets. Sus capacidades intelectuales que no se forjaron limpiamente, al exigir determinados resultados concretos en lugar de la creatividad y la imaginación.
¿Por qué?
Debido a que hay tres etapas en la relación entre el individuo y el conocimiento a lo largo de la vida:
- Etapa uno, que ocurre cuando nace el niño y empieza un proceso de aprendizaje individual que se adquiere mediante la exploración. Muy pronto las limitaciones de esta exploración requieren buscar adultos que les digan las cosas con las que el niño no es capaz de experimentar.
- En la etapa dos, los niños entran en la escuela, en donde el aprendizaje por experiencias es gradualmente reemplazado por el aprendizaje de lo que se le dice. El trauma es detener el aprendizaje y aceptar que le enseñen.
- Los que sobreviven a esta tortura intelectual estrangulante entran en la etapa tres, que implica desescolarización, aprender a aprender, experimentar y aprender a ser creativo, retornando efectivamente a la etapa uno.
Volver a la etapa uno está en el corazón del aprendizaje para toda la vida.
(Fuente: Seymour Papert)
Esta es la razón por la que para alguien que se educó en nuestros actuales sistemas educativos llega a ser tan difícil para sintonizar, encontrar un espacio, aprender y entender el ecosistema en el que se encuentra. Es el sistema educativo que tenemos lo que hace tan difícil que cualquier persona aprenda y comprenda la realidad utilizando las herramientas y los medios que hoy en día la tecnología, la ciencia y la educación sugieren como la mejor.
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